Cada mañana despierto en medio de la noche sin recordar el nombre de la persona que duerme a mi lado. Me esfuerzo por recordar, pero el esfuerzo me deja más agotada y perdida. Mi hijo… ¿o es mi hermano? Viene a verme con frecuencia. Me sonríe, sus ojos brillan con un amor que me parece familiar, pero su nombre se escapa de mi cabeza continuamente.
Hoy me llevó a un lugar que supongo he visitado antes, pero que ahora se me presenta como un sitio nuevo. Los árboles se alzan majestuosos, pero sus nombres, que antes conocía, se disuelven antes de llegar a mis labios. Al sentarnos en un banco, él me contó historias de nuestra vida juntos, pero eran historias de alguien más, no las mías. Me vi obligada a asentir, a fingir que esos recuerdos me pertenecían, mientras por dentro sentía una punzada de tristeza al darme cuenta de que esas historias se desvanecían como niebla en el amanecer.
A veces, me encuentro vagando por los pasillos de la casa, buscando algo que sé que he perdido, pero no logro recordar qué es. Tal vez es mi pasado. O tal vez soy yo. Hay momentos en que miro al espejo y no reconozco a la persona que me devuelve la mirada. No puedo recordar quién era, ni qué soñaba. Sólo queda la sensación de vacío, de haber sido alguien que ya no soy. Y eso, ese olvido que me va devorando, es lo más triste de todo. No recordar quién fui, a quiénes amé, ni quién soy ahora.
Pero no lo olvidéis, aunque la memoria se apague, el amor dado y recibido siempre brillará, incluso en la oscuridad más profunda. Porque tal vez, al final, lo que realmente importa no es lo que no recuerdo, sino lo que he vivido y eso, sé que siempre habitará en mí, más allá del olvido. Porque el sol, siempre vuelve a salir.
Vivir con alzheimer...

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Comentarios
Ojalá algún día e que sexa pronto encontren a cura de unha enfermedad tan triste e cruel!! Muy Emotivo e Bonito!!💖🥺